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jueves, 23 de mayo de 2013

Ayudas artificiales

Desde que me dedico a dar clases, las conversaciones con el resto de profesores son siempre una fuente inagotable de ideas y esta es una de ellas.
Cuando nos enseñan a montar, una de las cosas que nos enseñan son las ayudas, aunque no las llamen así desde el principio, ya que para un niño pequeño puede ser un concepto dificil de asimilar.
Bien manejadas, son muy útiles...
En si, no es complicado. Es todo aquello que el jinete tiene a su disposición para conseguir que el caballo haga lo que nosotros queremos.

Siempre se diferencian entre las naturales y las artificiales. Hoy, aquí, quiero centrarme en las artificiales, sobre todo, las más usadas: la fusta y las espuelas. 
¿Cuándo usarlas?¿Cuándo dárselas a un alumno para que las use?

Seguro que mi forma de pensar no coincide con la de muchos, es normal, pero si abrimos un debate, eso nos ayudará a todos a ampliar nuestras miras.
La idea que yo tengo es que si el alumno todavía no sabe manejar correctamente sus manos solo con las riendas, puede ser mala idea ponerle además una fusta en la mano, ya que no la usará en el momento y con la firmeza adecuada, por lo que el caballo aprenderá rápidamente a ignorarla, y será peor el remedio que la enfermedad... y peor aún si la usa en exceso, o por no usar las piernas correctamente, ya que el caballo puede coger miedo a la fusta.

Y en cuanto a las espuelas, en fin. Yo las he usado en contadas ocasiones, casi siempre por obligación o por pereza. Ya sabéis, cuando os encontráis con un caballo un poco reacio, parece que con las espuelas, bien usadas, sin exagerar, se anima, se activa, hace más caso... Pero hay que saber bien dónde y cómo se colocan los pies, para no actuar con ellas cuando no nos hace falta. Y ante la duda, es mejor quitárselas.

Pueden ser una ayuda, pero hay que saber usarlas...
Aún así, y puede que precisamente para aprender a colocar los pies en el sitio correcto, puede ser buena idea hacer que los alumnos prueben a ponérselas alguna vez, o con ciertos caballos, en determinados momentos.


Aunque no haya solucionado ninguna duda, espero que después de leer esto, la próxima vez que pongáis una fusta en la mano o unas espuelas en los pies a uno de nuestros alumnos penséis en las ventajas e inconvenientes de hacerlo.