Así quedó el casco... |
Si, da calor, a veces es feo, normalmente no vale para nada (afortunadamente), pero, si algo he aprendido este mes de Julio es que prefiero que se me rompa el casco que la cabeza.
Cuando me encontré en el suelo, tras haber salido "por las orejas", como si el caballo me hubiera tratado de clavar en el suelo como a un enorme clavo, me alegré infinitas veces de haber llevado puesto el casco que tantas veces había "sufrido" por ser viejo, feo e incómodo.
Pero parece que cuando se trata de seguridad, sólo nos acordamos de los niños. Cascos, "tortugas", chalecos... cada vez hay más elementos de seguridad, pero, por alguna razón, cuando a algún adulto le propones llevar ni siquiera el casco, suele responder con algo así como: "pero si no voy a correr/saltar!".
No nos olvidemos de que la equitación es en sí un deporte de riesgo. Un animal de unos 500 kilos, con una fuerte tendencia a la huida de cualquier cosa "extraña" (desde una piedra que ayer no estaba ahi, hasta una planta que ha sacado flores en poco tiempo, una vaca...), con una fuerza explosiva y con capacidad de desarrollar una velocidad de 25 Km/h o más, con unos hierros en los pies que pueden romper cualquier hueso si lo pillan por medio. Además, le subimos al lomo una persona, con mayores o menores conocimientos, que le afecta en su equilibrio y sensaciones, y a la que puede hacer saltar con bastante facilidad. Hay que tener cuidado. Si no pasan más cosas es por la nobleza innata de estos animales.
Y después de estas consideraciones... ¿no merece la pena pasar un poco de calor, para conservar la cabeza?
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