Páginas

lunes, 28 de febrero de 2011

Compartir aficiones.

Eso está bien, pero, ¿a qué precio?
Está bien que tratemos de enganchar a nuestros niños (sobrinos, hijos) a un deporte, como el de la equitación, que es tan completo y tan divertido.
Pero, ¿le hemos preguntado al niño?
Puede que le de miedo el pony, por pequeño que nosotros lo veamos.
Hay que ponerse en su lugar.
Es cierto que es bueno enfrentarnos a nuestros miedos.
Pero cada uno a su ritmo. Con sus reglas.
Si hoy me acerco, tratando de acariciar a este animal tan grande y que me da tanto miedo y pega un respingo (una mosca que molesta, una cuerda que se me ha quedado por detrás de la oreja y me la tengo que quitar...), obviamente, ya voy tensa.si hoy no monto, no me fuerces. Inténtalo mañana.
Tratemos de ir despacio, poco a poco.
Pero vamos a probarlo.
Vence tus miedos.
Montar a caballo, para disfrutarlo en grupo.
Crece.
Si luego no te gusta, no sigas. No es bueno venir a sufrir a un lugar que está pensado para disfrutar.
Nosotros, como adultos a cargo de esos niños tendremos que valorar:
¿se enfrenta el niño a sus dificultades siempre huyendo de ellos? ¿los enfrenta?
¿le tiene miedo a todo?¿le gustan los animales?
Si en general el niño se enfrenta a todos sus retos, intenta lo que no le sale, dejémosle su tiempo.
Si, por el contrario, suele refugiarse en las rabietas y en la protección de su progenitor cada vez que algo le asusta, quizá haya que hablar primero con los padres... muy duro, complicado.
Ahí es donde tenemos que jugar los adultos, quitarle hierro al asunto, convertir el trauma en algo divertido, controlar los posibles sustos y movimientos bruscos de nuestro pony.
Si después de todo, al niño no le gustan los caballos, habrá que buscar otro deporte que le guste. ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario