Ultimamente, debido a tratar con grupos de chicos y niños de distintas edades e inquietudes, llegan preguntas a mis oídos que a un adulto, probablemente nunca se le ocurrirían. Por ejemplo: ¿por qué tienen así los pelos los caballos? O ¿cómo beben los caballos? Pero una de las más recurrentes, y que da mucho juego para explicar muchas cosas es la de ¿por qué está ese caballo sólo?
Hay que empezar explicando que en
la manada de la que ahora soy responsable, hay una yegua torda que ha llegado
hace poco y que todavía no se lleva bien con todos los congéneres y pasa la
mayor parte del tiempo en soledad, o en compañía de unos pocos caballos,
siempre los mismos. Suponemos que tuvo algún problema en su anterior destino y
por eso le cuesta hacer amigos entre sus iguales, y, por supuesto, entre los
humanos, a los que no deja acercarse, salvo para que le den de comer e incluso
en esos momentos, no es demasiado amistosa.
Algunos caballos necesitan más paciencia que otros... |
...Otros disfrutan enormemente cuando se les cepilla... |
Y es que, como nosotros, los
caballos tienen distinta personalidad. Hay caracteres que comparten como
especie, por ejemplo, la curiosidad, o la facilidad con la que se asustan de
ruidos extraños y repentinos. Pero luego, cada uno es diferente. Los hay
bravucones, tranquilos, defensores de su comida, o que se la dejan quitar. Los
hay dominantes y dominados, rápidos en las reacciones y lentos y dubitativos.
También es de notar que estos
comportamientos o características, pueden cambiar con el tiempo o con las
experiencias vitales de cada uno. Igual que nosotros, de nuevo. Si en la vida
no hemos parado de recibir palos (reales o en sentido figurado), probablemente
nos cueste fiarnos de la gente. Si lo que nos hemos encontrado siempre es gente
amable y cariñosa, seguro que somos una persona confiada y tranquila. Y
también, podemos observar que los niños pequeños son mucho más curiosos y
preguntones que los adultos, normalmente. En una manada, y me pasa cada vez, si
metemos un tractor en medio, habrá caballos que se vayan lo más lejos posible y
hasta que no se vaya el tractor no estén a gusto, pero, si hay un potro,
mientras esté la máquina por allí, estará oliendo, empujando, mirando todo lo
posible y cuanto más cerca mejor ese artilugio tan raro. Y lo mismo pasa cuando
entra alguien. Ese mismo potro hace las delicias de la gente que viene a
conocer a los caballos, pues es el primero que viene a saludar, investigar,
olisquear, y, si se le deja, mordisquear a cada persona que entra en el prado.
La curiosidad, una gran maestra... |
Y, trasladado a la vida
cotidiana, esa es la mejor forma de aprender, aunque de vez en cuando nos
llevemos sorpresas desagradables, el investigar y observar todo lo nuevo que
nos rodea, es lo que nos da experiencia y sabiduría.