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jueves, 28 de noviembre de 2013

¿EL CABALLO PERFECTO?

Muchas veces nos preguntamos: ¿qué caballo es el que nos viene mejor?
Y la respuesta no es fácil. Realmente, creo que no existe un caballo que valga para todo.

Pero sí podemos encontrar uno adaptado a nuestras necesidades.

Es esencial el carácter tranquilo...

Por ejemplo, en el campo de las terapias, yo creo que lo imprescindible es que tenga un buen carácter y mucha paciencia, ya que es importante que pueda aguantar horas de distintos comportamientos, que, incluso a los que trabajamos con él nos sorprenderán.

El caballo de terapias no debería ser muy grande (no más de 1'60), para que, al ir a pie a su lado, la persona que va encima no nos quede demasiado lejos, para que podamos interactuar con él, jugar con él y ayudarle en lo que necesite.

Por supuesto, tiene que tener buen dorso para soportar el peso de dos personas, ya que hay pacientes y momentos en los que hará falta una monta gemelar o backriding, para ayudar al paciente en su equilibrio y su postura.



Además, tendrá que tener una doma equilibrada, y que no siga las ayudas incorrectas que, por su propia dolencia, pueda accionar el jinete, sin intención. 
Por todo esto, nuestro caballo, nuestro compañero de trabajo, nuestro socio y cómplice debe ser buscado con cuidado y con cariño, debemos educarle y respetarle.
Y, siempre desde el respeto, ayudarle a comprender lo que necesitamos de él (o de ella, si es una yegua, claro), entender lo que necesita y darle todas las comodidades que le hagan un animal equilibrado y tenga ganas de trabajar con nosotros cada día.
Así conseguiremos el caballo perfecto... para terapias.

Con el caballo adecuado es fácil disfrutar.
Saludos y Relinchos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Hipoterapia, una terapia que funciona.

HIPOTERAPIA O EQUINOTERAPIA

Da igual cómo lo llamemos, si con su raíz latina o con la griega, aunque a mí me gusta más con la griega, ya que fueron ellos los primeros (en Europa) en darse cuenta de las ventajas que aportaba el montar a caballo a las personas que tenían problemas de movilidad o de eficacia en el movimiento de algún miembro, y otras dolencias más o menos comunes (reuma, dolores por traumatismos...).

Hipócrates, en el siglo IV a.C. recomendaba la práctica de la equitación para la curación y prevención de muchas dolencias, la relajación y fortalecimiento de los músculos y el tratamiento, por ejemplo, del insomnio.

Desde entonces y hasta nuestros días, muchos han sido los ejemplos de superación de traumas y dolencias mediante el aprovechamiento del movimiento y carácter del caballo.

Y es que el caballo, no sólo se puede aprovechar como rehabilitador físico, sino como coterapeuta en casos de dificultades de aprendizaje, trastornos psicológicos y del comportamiento.

Casi todas las sesiones empiezan trabajando pie a tierra...
Todas las personas que he tenido la suerte de conocer en este ámbito, han visto avances notorios, no en todos los casos por igual, por supuesto, ya que cada persona es diferente, cada dolencia un mundo.

A mí me gusta siempre recordar, que los caballos, así como nosotros, tienen diferentes días, y esto produce que no todas las sesiones sean iguales, lo cual es un alivio y una dificultad añadida, todo a la vez.

Pero lo que está claro es que el relacionarnos con un caballo va a ser siempre un momento especial, lleno de estímulos y oportunidades de mejora de nuestras relaciones con nosotros mismos y con los que nos rodean.
Así que, ya sabéis. Probadlo y sacadle el mejor provecho.

Os dejo unas imágenes, como muestra de las posibilidades rehabilitadoras de estos fantásticos animales...
que lo disfrutéis.

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Relinchos y abrazos.