Muchas veces nos preguntamos: ¿qué caballo es el que nos viene mejor?
Y la respuesta no es fácil. Realmente, creo que no existe un caballo que valga para todo.
Pero sí podemos encontrar uno adaptado a nuestras necesidades.
Es esencial el carácter tranquilo... |
Por ejemplo, en el campo de las terapias, yo creo que lo imprescindible es que tenga un buen carácter y mucha paciencia, ya que es importante que pueda aguantar horas de distintos comportamientos, que, incluso a los que trabajamos con él nos sorprenderán.
El caballo de terapias no debería ser muy grande (no más de 1'60), para que, al ir a pie a su lado, la persona que va encima no nos quede demasiado lejos, para que podamos interactuar con él, jugar con él y ayudarle en lo que necesite.
Por supuesto, tiene que tener buen dorso para soportar el peso de dos personas, ya que hay pacientes y momentos en los que hará falta una monta gemelar o backriding, para ayudar al paciente en su equilibrio y su postura.
Además, tendrá que tener una doma equilibrada, y que no siga las ayudas incorrectas que, por su propia dolencia, pueda accionar el jinete, sin intención.
Por todo esto, nuestro caballo, nuestro compañero de trabajo, nuestro socio y cómplice debe ser buscado con cuidado y con cariño, debemos educarle y respetarle.
Y, siempre desde el respeto, ayudarle a comprender lo que necesitamos de él (o de ella, si es una yegua, claro), entender lo que necesita y darle todas las comodidades que le hagan un animal equilibrado y tenga ganas de trabajar con nosotros cada día.
Así conseguiremos el caballo perfecto... para terapias.
Con el caballo adecuado es fácil disfrutar. |
Saludos y Relinchos.